El sufrimiento, la cultura y la iglesia
- Cristian Villanueva
- 12 mar 2020
- 5 Min. de lectura
Hablar de un tema como el sufrimiento nunca es fácil. La mayoría de nosotros podemos recordar experiencias poco placenteras al sufrir, ya sea por nuestro comportamiento o el de otros. La cultura ha hecho su trabajo en resaltar las partes negativas del mismo, y al leer esto, podrías pensar: "¿Tiene algo de bueno el sufrimiento?" La respuesta, más allá de todo lo que nuestra cultura, iglesia o nosotros podamos pensar es: Sí. Pero hay condiciones para que el sufrimiento pueda dar buenos futos en la vida de aquellos que lo padecen.

Cultura e Iglesia
Como cristianos podríamos negar la idea de que, como Iglesia tenemos el mismo entendimiento que la cultura respecto al sufrimiento, tenemos a Dios y su Palabra para poder vivir y entender su voluntad, descansando en nuestro Padre; y eso es verdad, el problema es que, al ser seres que viven en sociedad, nuestra cultura moldea parte de nuestra forma de vivir. Es necesario aceptar que somos seres influenciables, vivimos en un mundo caído, y como cristianos luchamos en contra de la corriente de la sociedad, sus valores y nuestros propios corazones. Para poder desarollar como la cultura ha influenciado en la Iglesia, podemos ver dos corrientes que existen desde hace cientos de años: El estoicismo y el hedonismo. El estoicismo, fundado por Zenon de Citio en el año 300 a.C, plantea la idea de, que a través de nuestra voluntad podemos cambiar la forma en que vemos al mundo y reaccionamos a la situaciones. Lo estoicos no piensan en un mundo ideal, sino que lo aceptan tan cual es, buscando la mejora personal medinte 4 virtudes principales: Sabuduría, templanza, justicia y coraje. La idea principal es "Solo aquellos que hayan cultivado las virtudes, y control propio en si mismos, pueden lograr cambios positivos en otros" -.Massimo Pigliucci. El Hedonismo, fundado por Epicureo en el año 340 a.C, muy diferente a la filosofía estoica, tiene como meta una vida llena de placeres, de todo tipo, con un desprecio claro por el dolor y el sufrimiento. La idea es simple: El placer es bueno, la falta del mismo es malo; de este modo el placer se vuelve la principal motivación de nuestro comportamiento. Con esto aclarado podemos empezar a ver como la cultura recibe influencia de muchas ideas, que llegan hasta el día de hoy.
¿Cómo impacta todo esto en nuestra vida cristiana? Principalmente, podemos ver un claro rechazo al sufrimiento, o una aceptación fría del mismo. Con el tiempo, y por olvidar que nuestro Señor habló claramente del sufrimiento en su ministerio, le hemos dado como Iglesia un significado negativo al sufrir, a dolernos, angustiarnos por vivir en un mundo caído. Dos frases son comunes "Esto no debería pasarnos" o su contraparte "Las cosas pasan porque así es."; ninguna de esas frases comunica el sentir verdadero que como cristianos deberíamos tener frente al dolor, ya sea por nuestro propio pecado o el de otros, o vivir en un mundo que muere por el pecado. Compartir los dolores de nuestro corazón se ha vuelto algo poco común, pareciera que cuando llegamos al templo nuestros problemas deberían quedar fuera, pocas cosas se alejan más de la realidad, la Iglesia tiene su propósito, incluso en el sufrimiento. Un conocimiento sólido del sufrimiento en la Biblia debería darnos herramientas para poder hablar con claridad de estos temas, y poder poner en práctica lo que Dios nos ha revelado. Y si sabemos que son temáticas reales y que tocan nuestra vida, deberíamos estar deseosos de aprender sobre ellas, Dios nos ha dado su Palabra para instruirnos, y llegar a ser completos para toda buena obra, 2Tm. 3:16.
"Podemos escapar o atacar nuestro sufrimiento, si elegimos la primera, nunca vamos a crecer, si optamos por la segunda opción podemos perdernos en el intento. Pero hay una tercera opción"
Ni cobardes, ni estoicos
Estas llamado a sufrir, pero de la forma correcta. Con la filosofía de los griegos y nuestra cultura en mente, podemos adentrarnos en la Biblia para demostrar como Dios se opone a los ideales. A todo esto podrías pensar, "Cris, todo bien con la lección de historia, pero ¿Qué tiene que ver esto conmigo al día de hoy?", la respuesta es clara, la cultura puede haberte influenciado más de lo que pensás. La filosofía hedonista y estoica ya eran tema de charla en los tiempos de los viajes misioneros del apóstol Pablo, tanto así que él mismo tuvo que defender su fe delante de varios filósofos de su tiempo, en su viaje a Atenas, podemos leer:
También debatió con algunos filósofos epicúreos y estoicos. Cuando les habló acerca de Jesús y de su resurrección, ellos dijeron: «¿Qué trata de decir este charlatán con esas ideas raras?» (Hch. 17:18)
Incluso al día de hoy puede que te encuentres sufriendo, pero no de la forma correcta. Pablo no aceptó el sufrimiento porque sí, ni huyó del mismo como un hedonista convencido; el entendió que la verdadera manera de sufrir era en Dios, y puede que estés viendo al sufrimiento de una forma equivocada.
En definitiva, deberíamos tener una vision madura del sufrir como algo que acompaña la vida cristiana fiel, Jesús fue claro al decirlo: "Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas" (Juan 16:33b). No deberíamos correr del sufrimiento, porque sería muy necio intentar evitar algo que Jesús afirmó que sucedería, y tampoco sufrir separados de la mano de nuestro Dios, como lobos solitarios que guían su destino, porque sabemos que Dios sostiene todas las cosas, y son por él y para él. De hecho, sufrir por tu cuenta es ser orgulloso delante de Dios y negarte a recibir su consuelo es necio, cuando sufrimos por nuestra cuenta negamos la soberanía de Dios en nuestra vida.
Sufrir por hacer lo bueno...
En su Palabra, Dios es claro respecto a que el sufrimiento es algo con lo que vamos a cargar si verdaderamente vamos a vivir como sus hijos en esta tierra.
1 y 2 de Pedro, Hebreos, son cartas dirigidas a creyentes perseguidos por causa del evangelio, se encuentran llenas de animo y bendiciones para los cristianos sufrientes.
"Recuerden que es mejor sufrir por hacer el bien —si eso es lo que Dios quiere— ¡que sufrir por hacer el mal!
Cristo sufrió por nuestros pecados una sola vez y para siempre. Él nunca pecó, en cambio, murió por los pecadores para llevarlos a salvo con Dios. Sufrió la muerte física, pero volvió a la vida en el Espíritu." (1 Pedro 3:17-18) Pedro fue claro en las cuestiones de como debemos sufrir, sin duda no hay honor en sufrir por nuestro mal comportamiento, pero sí lo hay en sufrir por el Evangelio de Jesucristo y serle fiel a él, y Pedro nos lleva directamente al ejemplo de Cristo, nuestro maestro, un hombre perfecto, sin mancha, y al mismo tiempo llamado varon de dolores, experimentado en quebranto, él es el ejemplo perfecto de sufrimiento delante de Dios, incluso en sus ultimas horas, orando al Padre, con gotas de sangre saliendo de sus poros, con la cruz y el juicio a la vista, pudo decir firmemente, "Hágase tu voluntad.". Éste es el ejemplo de perfecto sufrimiento, completamente sometido a la voluntad de Dios, porque entendemos que él está con nosotros y cada una de las pruebas en nuestra vida sirve para hacernos más a la imagen de Cristo, que es nuestro motivo final, para la gloria de Dios padre.
Contamos con las promesas de Dios, con la seguridad del sacrificio de Cristo en nuestro lugar y con el regalo de la Iglesia, la iglesia es el lugar indicado para aquellos que sufren, no solo para aquellos que están cargados por el pecado y la condenación de Dios, sino para todos aquellos que formamos parte de su pueblo, comprado por la sangre de Jesucristo, creados nuevamente en él, para buenas obras. Una de esas obras es sufrir; juntos, llevando las cargas los unos de los otros, confesando nuestros pecados, fortaleciéndonos en oración, amandonos como Cristo nos amó al entregar su vida por nosotros, buscando como fin máximo la gloria de Dios en nuestras vidas.
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