top of page

Autoestima: Una visión cristiana

  • Foto del escritor: Cristian Villanueva
    Cristian Villanueva
  • 30 abr 2020
  • 6 Min. de lectura

Si has podido leer mi último blog: “El autoexamen: Herramienta básica en el arsenal cristiano”, sabrás que me caracterizo por ser competitivo y ambicioso, y cómo eso está acompañado de un claro y sincero autoexamen. En ese blog no pude abordar otras de las realidades que vienen acompañadas de tener este tipo de carácter: Autocrítica ferviente.


Siempre que deseaba hacer algo de manera excelente, plagaba mis prácticas, ensayos y estudios de autoexamen y autocrítica, una constante revisión de mis errores, en la búsqueda de mejorar. Si bien al principio esto demostró ser muy eficiente al ayudarme a crecer en lo que me proponía, lo que alguna vez fue un autocrítica constructiva y provechosa se convirtió en un tipo de autocrítica devastadora, presente en mi mente no solo para impulsarme a mejorar, sino que ahora podía encontrar un error irreparable en cada actividad, escrito y acción que desarrollaba, no tardé en caer en un estado de “baja autoestima”.





Es mi deseo que podamos desarrollar esta idea juntos, y concluir en la realidad de este problema que afecta a tantos.


“Cuando no podemos escalar el monte que nuestro ego nos propone, es inevitable sentirnos frustrados y decepcionados de nosotros mismos.”

Legalismo silencioso


¿Qué es el legalismo? Es un concepto que los cristianos usamos para definir una filosofía y estilo de vida que implica cumplir un set de reglas para poder alcanzar a Dios, y su salvación.


Uno de los ejemplos más claros de este tipo de práctica en la Biblia son los fariseos, fervientes enemigos de Jesús, con los cuales el Señor tuvo varias discusiones. (Mr 3:1-6)


Pero, estamos hablando de autoestima, no estamos tratando de llegar a Dios a través de reglas. ¿A qué viene esto?


Verás, una de las realidades de la baja autoestima, es la comparación, ya sea hacia las posesiones, habilidades y carácter, externos a nosotros, en otras personas, o internas, donde nosotros definimos qué es lo que deberíamos ser y cómo deberíamos lograrlo.


Lo que sucede, es que con el tiempo, comenzamos a imponernos un conjunto de estándares para nuestra vida, que no son los que Dios ha diseñado. Ponemos nuestra alegría en nuestra habilidad al escribir, para hablar en público, nuestro rendimiento en algún deporte, o nuestra imagen. Y esto es legalismo, por ende pecado, porque sumamos un conjunto de reglas al Evangelio, que nada tienen que ver con vivir una vida que nos lleve a glorificar a Dios, sino que tienen que ver con realidades pasajeras de esta tierra.


Esto revela los deseos de nuestro corazón, de una manera u otra nos armamos un ídolo de todo lo que deseamos ser, lo ponemos en un pedestal y lo adoramos con cada acción que tomamos para acercarnos a eso que queremos ser. Este ídolo está marcado por el orgullo de nuestro corazón, y por no reconocer lo que somos verdaderamente delante de Dios.


Los fariseos intentaban conservar el conjunto de reglas que ellos sumaban a la ley de Dios, para sentir que eran aprobados, mientras que nosotros intentamos cumplir un set de reglas que sumamos a nuestra vida, para ser aprobados por nosotros mismos, al verlo así, nuestras acciones y deseos, no parecen muy lejanos al legalismo de antaño.

Mientras que los fariseos imponían castigo social, un autocrítica dura en nosotros, genera como castigo una terrible decepción sobre lo que somos.


“Aumentar nuestra autoestima intentando estar la altura de nuestras normas o de las de los demás es una trampa. No es la respuesta.” -. Timothy Keller.

Respuesta al legalismo


La respuesta a este legalismo, y por ende, a nuestra baja autoestima se encuentra en la Biblia. En la renovación de nuestra mente (Romanos 12:2)


Es la realidad del Evangelio la que nos lleva a olvidar nuestros valores y normas y recordar las que pertenecen a Dios.

Las normas de la Ley de Dios son simples: Pura y completa perfección desde el día de nuestro nacimiento. Ni una sola intención errónea, ni un solo pensamiento fuera de lugar, ni una sola acción pecaminosa, acompañadas por buenas obras, intenciones y amor completo a Dios, a lo largo de tu vida . Ahora puedes caer en baja autoestima porque sabrás que tampoco podrás cumplir estos estándares, y porque Dios debe destruirte por pecar en su contra.


Pero ese no es el Evangelio completo, sino que Dios mismo provee a Jesús, es Él quien vive esta vida perfecta, sin pecado ni mancha delante de Dios, el único hombre verdaderamente Justo, es él quien muere la muerte que nosotros deberíamos haber sufrido, Dios pone sobre él nuestro pecado y cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, y tenemos fe en su obra, nosotros somos bendecidos en Cristo, con vida eterna y una relación directa con Dios.


“Una vez que has nacido de nuevo en Cristo, tu antiguo set de valores ha muerto.”

Por eso no debemos olvidar la enseñanza del Evangelio. Humillante y hermoso. Porque nos demuestra que jamás alcanzaríamos las metas que Dios nos propone, y hermoso, porque demuestra su amor como Salvador. Así logró entenderlo Pablo, dejando atrás sus logros mundanos (Filipenses 3:3-9) y el concepto que los hombres tenían sobre él (1 Corintios 4:3-4)


“Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo. De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado. Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento.”-.Efesios 1:5-7


“Aceptos en el amado” a un terrible ideal, imposible de cumplir mediante esfuerzos humanos, imposible llegar a la perfección que Dios exige. Sin embargo, así somos vistos por el Padre, a través de Jesús.



Sentirse amado y aprobado, es la verdadera respuesta a la baja autoestima.

Recuerdo estar jugando básquet en una cancha cercana, es una actividad que disfruto mucho, uno de mis deportes favoritos, pero mi competitividad y autocrítica estaban arruinando este momento, cada pase equivocado, cada tiro que no entraba, era un grito en mi mente “Podría haber hecho eso mucho mejor!”, y luego de algunos minutos de jugar me sentía muy frustrado por mi actuación en la cancha, entonces salí de la cancha y comencé a reflexionar sobre mis pensamientos.

Comencé a preguntarme qué estaba haciendo, y por qué lo hacía, y al mismo tiempo Dios habló a mi corazón.


Comencé a recordar realidades en este mundo, que como hijo de Dios, no necesitaba ser el mejor en todo, ni el más brillante, porque esas cualidades no hacían de mi un mejor cristiano, y eso trajo verdadera calma a mi corazón. No había un juez que midiera mis cualidades físicas y deportivas aparte de mí mismo. Era yo quien ponía un alto valor en lograr estas cosas.


Sin embargo sentí verdadero gozo cuando comencé a pensar en las realidades celestiales que vivía por ser un hijo de Dios, acepto en el amado, recibido con los brazos abiertos por aquél que me ama eternamente, amado desde la eternidad pasada a la futura, aprobado por mi Papá.


“Porque la esencia de la humildad, según el evangelio, no es pensar más o menos de mi, sino pensar menos en mi.”-. Timothy Keller.

Es el gozo del cristiano, un antídoto a la baja autoestima. Mucho más que eso, el gozo del cristiano, sabernos amados completamente, que la carga de la Ley ya no pesa sobre nosotros, que la sangre de Cristo nos limpia, que pertenecemos a un pueblo y familia formados por Dios, que tenemos una iglesia, que pronto Cristo volverá y viviremos siempre con él, no solo borra nuestra baja autoestima, aniquila el concepto de autoestima. Porque ahora ya no somos el conjunto de nuestras habilidades y conocimientos, sino que somos hijos del Señor de señores.


¿Y qué si no creo en Dios?


Al no cristiano leyendo esto, te animo a correr a Cristo, y gozar de salvación del castigo eterno, por parte de aquel que es el Justo.

Tu baja autoestima no tiene que ver solamente con vivir acorde a ideales inalcanzables, sino a estar completamente vacío y falto de propósito, uno que solo puede ser encontrado en el Evangelio.

Hay una esperanza eterna, una vida con propósito, llena del perfecto amor del Padre, que ofrece esta calma eterna, y aún mejor, una hermosa relación de amor con él.


No solo te animo, te imploro, corras a Cristo!


Estoy a tu disposición para hablar más contigo, si deseas hablar sobre el Evangelio, si no lo entiendes y deseas saber más al respecto, o si deseas que ore por ti, mis redes y contacto están disponibles. Es mi oración que tu vida pueda ser llena del Evangelio de Jesucristo.


 
 
 

Comments


Commenting on this post isn't available anymore. Contact the site owner for more info.

¿Quieres información? Envíame un mail.

bottom of page