Ánimo para la Lectura y Oración
- Cristian Villanueva
- 18 jul 2020
- 6 Min. de lectura
Si pudiéramos definir 2 herramientas básicas para el cristiano, son aquellas que conforman la base de nuestra vida en Cristo, la oración y la lectura bíblica. Estas no son solo herramientas sino bendiciones que Dios nos ha dado para vivir en esta tierra, para descansar en él, y para extender su reino.
Si pudiéramos darle título a esta reflexión, podríamos pensar en “Herramientas para el cristiano hoy”, pero la realidad es que no he inventado la pólvora de nuevo, ni traigo metodologías nuevas, ni algún milagro para que puedas vivir la vida cristiana de la mejor manera. Estas herramientas, este par de armas del cristiano, están en el arsenal desde hace miles de años, y posiblemente, para algunos de nosotros, guardadas en algún cajón y oxidadas.
En ese sentido vamos a reflexionar, basándonos en la carta de Colosenses. Toma tu Biblia, lapiz y papel, y tu infusión preferida, espero Dios hable a tu corazón.

En el contexto inmediato, Pablo estaba encarcelado, y sin embargo se ocupaba de escribirles a los líderes de las iglesias que comenzaban a formarse, en este caso las iglesias de Colosas y Laodicea.
La carta comienza con el saludo de Pablo, y el agradecimiento de Pablo por el crecimiento de las iglesias y el avance del Evangelio en todo el mundo.
El valor de la Oración
El primer pasaje que leemos se encuentra en 1:9-14.
“ Así que, desde que supimos de ustedes, no dejamos de tenerlos presentes en nuestras oraciones. Le pedimos a Dios que les dé pleno conocimiento de su voluntad y que les conceda sabiduría y comprensión espiritual. Entonces la forma en que vivan siempre honrará y agradará al Señor, y sus vidas producirán toda clase de buenos frutos. Mientras tanto, irán creciendo a medida que aprendan a conocer a Dios más y más.
También pedimos que se fortalezcan con todo el glorioso poder de Dios para que tengan toda la constancia y la paciencia que necesitan. Mi deseo es que estén llenos de alegría y den siempre gracias al Padre. Él los hizo aptos para que participen de la herencia que pertenece a su pueblo, el cual vive en la luz. Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado, quien compró nuestra libertad y perdonó nuestros pecados.”
Esta es una de las dimensiones de la oración del cristiano, la intercesión, junto a la oración personal y congregacional, consiste en pedir a Dios por la vida y crecimiento de los hermanos.
La oración intercesora es una de las mayores muestras de amor a nuestros hermanos, y como toda oración que traemos delante del trono de Dios, debe ser completamente intencional, y dirigida.
Nuestra oración debe tener un carácter incansable, constante, sin cesar.
Ahora me gustaría que reflexionaras:
¿Cuántos de nosotros nos acercamos al trono de gracia sin una idea clara de lo que queremos pedir?
Esto es un error, y surge de la falta de entender ante quien hablamos y pedimos.
Pablo intercede por sus hermanos, buscando que su vida sea una verdadera muestra de lo que el Evangelio hace en nosotros.
El segundo pasaje se encuentra en 4:2-6:
Dedíquense a la oración con una mente alerta y un corazón agradecido. Oren también por nosotros, para que Dios nos dé muchas oportunidades para hablar de su misterioso plan acerca de Cristo. Por eso estoy aquí en cadenas. Oren para que pueda proclamar ese mensaje con la claridad que debo hacerlo.
Vivan sabiamente entre los que no creen en Cristo y aprovechen al máximo cada oportunidad. Que sus conversaciones sean cordiales y agradables, a fin de que ustedes tengan la respuesta adecuada para cada persona.
Esta viene a ser una indicación directa de cómo debemos orar.
Primero que nada nuestra oración debe tener un carácter incansable, constante, sin cesar, como 1 Ts. 5:17, debe estar guiada por la sabiduría, alerta, y hecha desde corazones agradecidos.
Nuestras mentes deben estar alerta, para poder reconocer amenazas, pecado, intenciones incorrectas de nuestro corazón, y oportunidades para predicar el Evangelio.
En segunda instancia, igual de importante, nuestro corazón debe estar agradecido! Y entiendo que la razón por la que no oramos como debiéramos es porque nuestro corazón no está agradecido con Dios. Afirmamos que Dios ha hecho algo maravilloso, pero hacemos una rutina de los milagros de Dios, nos acostumbramos a las bendiciones que nuestro amoroso Padre nos ofrece, y volvemos común algo que se nos dió como regalo.
Ahora pregúntate, quién de nosotros, en toda la humanidad, podría conseguir una relación con Dios como la que tenemos hoy, quién de nosotros podría con esfuerzo, o con dinero comprar, el poder orar y ser escuchado por Dios! Saber que Dios nos presta su oído y que Cristo intercede por nosotros mientras oramos, o que el Espíritu Santo está guiando y ayudando a nuestras oraciones débiles! (Ro 8:26)
La importancia de la Lectura
En este sentido quiero animarte a la lectura, pero no solo por leer, sino porque nuestro corazón lo necesita, y nos sirve para renovar nuestra mente y sostenernos de la esperanza eterna que tenemos.
El primer pasaje se encuentra en 1:21-23.
"Eso los incluye a ustedes, que antes estaban lejos de Dios. Eran sus enemigos, separados de él por sus malos pensamientos y acciones; pero ahora él los reconcilió consigo mediante la muerte de Cristo en su cuerpo físico. Como resultado, los ha trasladado a su propia presencia, y ahora ustedes son santos, libres de culpa y pueden presentarse delante de él sin ninguna falta.
Pero deben seguir creyendo esa verdad y mantenerse firmes en ella. No se alejen de la seguridad que recibieron cuando oyeron la Buena Noticia. Esa Buena Noticia ha sido predicada por todo el mundo, y yo, Pablo, fui designado servidor de Dios para proclamarla."
En este breve pasaje, la Biblia nos humilla, al recordarnos la realidad de nuestro pecado, y que somos salvos por gracia, no por nada que hayamos hecho, nos anima, al recordarnos las realidades que vivimos como hijos de Dios, y nos advierte, a seguir confiando y creyendo en el Evangelio que nos fue predicado.
Son estas realidades, y las promesas que tiene el Evangelio para nuestro futuro, las que guían la vida que vivimos, nos recuerdan nuestro propósito y al mismo tiempo nos recuerdan nuestra recompensa!
Al dejar de leer la Palabra olvidamos todo esto, no alimentamos nuestro corazón y fe, de a poco nos enfriamos, dejando de encontrar sentido en la lectura.
La misma razón por la que dejamos de orar es por la que dejamos de leer, no somos agradecidos, no le damos el valor que deberíamos a poder leer todo el consejo de Dios para nosotros, a que mediante su soberanía, Dios usara hombres para escribir su Palabra, y que luego usara otros hombres que también entregaron su vida para traducirla, y nosotros podamos leer en nuestro idioma, la revelación que Dios le dió al mundo.
Nuestra lectura también nos lleva a recordar aquello que va más allá de este mundo. Así llegamos a la siguiente porción, en Colosenses 3:1-4.
"Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo —quien es la vida de ustedes— sea revelado a todo el mundo, ustedes participarán de toda su gloria."
Pablo hace referencia a llevar nuestra mente a pensar en lo bueno, lo justo, lo digno de alabanza (Fil 4:8), porque ese debe ser el enfoque de nuestra mente si deseamos vivir como Dios desea, y no distraernos con las propuestas de este mundo.
Y se nos recuerda una realidad importante, hemos muerto a esta vida, este ya no es nuestro mundo, sino que nuestra alma le pertenece a Dios y está escondida con Cristo! Puedes ver lo maravilloso de esto? Ya no somos presos de la ira, del castigo de Dios, sino que nuestra alma está escondida en aquel que es dueño de todo, aquel que no puede perdernos ni soltarnos, aquel que se entregó para salvarnos y nos asegura una eterna comunión con Él!
Qué consuelo! que esperanza! Ver al Cristo revelado, volver en gloria, y participar de su gloria, nosotros! que no merecíamos nada más que juicio e ira! Ahora somos llamados hijos y heredamos con Cristo todo el premio de su vida perfecta, no hay realidad más hermosa que esta.
Volvamos al capítulo 1:9-14, ahora, si nos mantenemos en oración ferviente, y constante; si nuestra esperanza está fijada en lo eterno y no en esta tierra, vamos a poder vivir como el apóstol Pablo quería que los Colosenses y los de Laodicea vivieran!
Vamos a poder vivir:
Con conocimiento de la voluntad de Dios, sabiduría y comprensión espiritual.
Vivir honrando y agradando a Dios, dando buenos frutos.
Crecer conociendo a Dios mientras le damos gloria.
Tendremos toda la constancia y paciencia que necesitamos.
Estar llenos de alegría y agradecidos a nuestro Papá.
Podremos compartir el mensaje que Dios nos dió con fuerza y audacia.
Es mi profundo deseo y oración que Dios produzca en nosotros un terrible amor por su Palabra, y una clara mirada a la inconmensurable bendición de poder orar a Él como hijos a su amoroso Padre y conocerle profundamente.
Todo esto está ahí para nosotros! Vivamos para Dios!
Fotografía: Samuel Martins
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